De cero a cien en apenas veinte años. Esta es la trayectoria que ha seguido el Instituto de Medicina Legal de la Universidade de Santiago desde que dos de sus profesores, Luis Concheiro y Ángel Carracedo, lograron publicar por primera vez un artículo en una revista internacional de ciencias forenses. Fue también el primer trabajo del área que traspasó las fronteras españolas en una especialidad en la que, por aquel entonces, España estaba completamente en fuera de juego. Casi veinte años después, en el 2001, el centro compostelano se convirtió en líder mundial en producción científica en medicina legal y forense y Ángel Carracedo en el científico número uno del ránking, un puesto que tanto la institución como el investigador han mantenido y consolidado en la última década. Esta destacada posición, que ya era una evidencia entre la comunidad científica, la acaba de certificar con los datos estadísticos la agencia Thomson Reuters, que ha anunciado el análisis de la producción científica a nivel mundial durante el período 2001-2011 después de analizar más de 15.000 artículos publicados durante este período.
Y la conclusión es clara: el grupo de la Universidade de Santiago es el primero del mundo tanto en cantidad -número de artículos- como en calidad -número de citas por trabajo-, a una notable distancia del segundo clasificado, la Universidad de Münster (Alemania), y muy por encima de instituciones de referencia como el FBI o el Forensic Science Británico.
«No puedo estar más orgulloso de mi grupo, que es el que está manteniendo la producción científica, lo que demuestra que, en investigación, más importante aún que los medios, es el capital humano», aseguró ayer Ángel Carracedo en una apreciación en la que coinciden sus más directos colaboradores. Unión, esfuerzo, trabajo desinteresado y talento son las claves que han permitido a los investigadores gallegos elevarse y mantenerse en la élite mundial. «Ser los mejores del mundo tiene mérito, pero hacerlo en estas condiciones aún lo tiene más», explica María Victoria Lareu, la jefa del servicio de genética forense y cuya producción científica a nivel particular también se sitúa entre los 25 primeros del ránking.
Lareu se refiere a que el instituto santiagués juega en desventaja en relación con los medios -en instalaciones y recursos humanos- de que disponen los centros internacionales con los que compiten. «Aquí el mérito es el de la gente que trabaja en el grupo», sostiene Antonio Salas, otro de los investigadores, que recuerda que ningún otro grupo de España es líder mundial en alguna área científica. Santiago sí.