Los tres primeros proyectos de la Fundación Kaertor son de alto riesgo y tienen un año para su desarrollo
Químicos terapéuticos y farmacólogos de la Fundación Kaertor de Santiago, y de la multinacional farmacéutica Janssen, colaboran desde el 11 de julio para tener, el próximo verano, al menos un candidato para desarrollar un nuevo fármaco para el cáncer de hígado, el párkinson o el alzhéimer. El trabajo conjunto comenzó en el Centro Singular de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas de la USC (Cimus) ya al día siguiente de haber presentado esos tres primeros proyectos seleccionados, explica Mabel Loza, directora científica de Kaertor.
El reto es difícil, admite: «Somos conscientes de que son proyectos de muy alto riesgo. Vamos a luchar denodadamente por los tres. Si no pasan, comenzaremos con otros. La idea es consolidar en Galicia la iniciativa para desarrollar nuevos medicamentos, que sea referencia en Europa», afirma.
Deberán presentar resultados cada tres meses: «Hemos desarrollado una metodología acelerada para comprobar que las moléculas que probamos pueden llegar a nuevos fármacos que funcionen en pacientes. No hacemos ensayos con personas, pero utilizamos células de pacientes, con modelos que nos permiten interpretar cómo evolucionarían en personas. Trabaja siempre un especialista clínico con nosotros, para comprobar que los avances son adecuados y no perderse por vericuetos teóricos».
Cuentan con farmacéuticos y químicos «orientados a conseguir medicamentos sin problemas de reacciones adversas, seguros, que se puedan tomar por vía oral siempre que sea posible; que se absorban, pasen a la sangre y lleguen para hacer efecto; y que el organismo los elimine bien. La ventaja es que nos juntamos dos partes, Kaertor y Janssen, con conocimiento especializado, oficio y experiencia de haber hecho eso muchas veces y haber aprendido de fracasos y aciertos. Eso nos ayuda a tomar decisiones para tener cuanto antes una molécula candidata a un nuevo fármaco, que es el objetivo», manifiesta Mabel Loza.
Para Mabel Loza «un modelo de éxito que tenemos en cuenta es el de la Asociación Americana de Fibrosis Quística. Ninguna farmacéutica se comprometía a investigar medicamentos para ese mal raro, para el que hace poco la esperanza de vida era de 17 años, y una parte muy importante lo pasaban en el hospital, porque no podían respirar. Promovieron la Cystic Fibrosis Foundation Therapeutics, una compañía privada sin ánimo de lucro, una figura que no existe en España. De la mano de una farmacéutica promovieron el Kalydeco, el primer medicamento efectivo para ese mal, que ha cambiado la vida de muchas personas, al mejorar su salud y supervivencia. El objetivo de Kaertor es ese: acelerar los primeros procesos para que haya disponibilidad de nuevos medicamentos».
En busca de un negocio que abandonan las multinacionales
Kaertor se constituyó en el 2017, con apoyo de la Xunta. Es la primera incubadora de proyectos de investigación para el descubrimiento de nuevos fármacos en España; un nuevo avance para consolidar a Santiago en el que Loza denomina «ecosistema de descubrimiento de fármacos». Es un modelo de cooperación público-privada para promover en Galicia un polo abierto para la innovación en este sector, indica.
Tratan de rentabilizar la experiencia iniciada a finales del siglo pasado en ese ámbito por el grupo Biofarma, de la Facultad de Farmacia; y por el de Ángel Carracedo, en la medicina de precisión individualizada, desde el punto de vista genómico. «Nos planteamos dar un paso más. En Biofarma trabajamos con más de 10 moléculas que llegaron a ensayos clínicos en pacientes y tuvimos acuerdos con farmacéuticas como GSK, Astra Zeneca, Lilly, Janssen, Esteve, Ferrer, Almirall, Orizon y otras», dice Loza.
Eso ya favoreció que se desarrollase en el Cimus la plataforma Innopharma, liderada por Mabel Loza y Ángel Carracedo, con financiación europea. Finalizó en diciembre del 2015. «Quedan esa plataforma y una quimioteca con más de 60.000 moléculas, las más interesantes de los fármacos conocidos hasta ahora; todo eso es público y está en la red europea de descubrimiento de fármacos», sostiene Loza.
«Privada, sin ánimo de lucro»
Kaertor, es «una fundación privada, sin ánimo de lucro. Privada tenía que ser, para poder promover acuerdos en el ámbito de la innovación abierta de fármacos. Este es un negocio de muy alto riesgo para una institución pública como una universidad, incluso inicialmente para las compañías de inversores financieros, que en todo caso entrarían más adelante. Por eso nos valemos de una figura contemplada en la Ley de la Ciencia, la transferencia inversa, como un mecanismo para acelerar la aplicación de la ciencia».
Supone, explica Loza, que «de alguna forma se empieza por el final: porque si vas a tener que llegar a un acuerdo con una compañía farmacéutica para que financie los ensayos clínicos de los medicamentos que propones, aquí se parte ya desde el principio con una compañía farmacéutica que manifieste su compromiso para la continuidad de esos proyectos, si su desarrollo inicial, que es arriesgado, sale bien. De ahí el acuerdo con Janssen».