La farmacogenética es la disciplina que estudia el efecto de la variabilidad genética de un individuo en su respuesta a determinados fármacos. Gracias a ella es posible identificar biomarcadores de respuesta a los fármacos que puedan ser empleados en un test de ADN y de esta forma escoger el tratamiento (fármaco y dosis) más apropiado para cada paciente con la máxima eficacia y la mínima toxicidad. Este procedimiento es la base de lo que se conoce por Medicina personalizada y está siendo aplicado con bastante éxito en numerosos medicamentos, particularmente contra el cáncer, si bien en otras áreas, como la Psiquiatría y particularmente en Psiquiatría infantil se han hecho pocos esfuerzos al respecto.
En la actualidad, no existe ningún tratamiento medicamentoso específico para tratar el trastorno autista. Sin embargo entre un 30 % y un 50% de este colectivo, reciben fármacos psicotrópicos para combatir determinados síntomas y conductas ajenas a la clínica nuclear del autismo y que en muchos casos pueden guardar una relación directa con otros trastornos psiquiátricos que se presentan de forma comórbida (p.e: TDAH, Trastornos de ansiedad, Trastornos afectivos). Cada persona presenta un perfil de respuesta único e idiosincrásico con la medicación, de manera que un paciente puede responder muy bien con un determinado fármaco mientras que haya otro a quien ese mismo fármaco no le resulte efectivo e incluso pueda provocar efectos adversos y respuestas paradójicas. La mayor prevalencia de déficits cerebrales en las personas diagnosticadas con autismo hace que suelan ser más sensibles a los efectos secundarios de los psicofármacos y requieran por tanto de dosis de inicio menores y escaladas de dosificación más lentas o graduales. Por otro lado las limitaciones comunicativas, de reconocimiento y expresión emocional inherentes al autismo (incluso en aquellos casos donde no exista discapacidad Intelectual) obligan a que frecuentemente el profesional médico, deba intuir y presuponer, el origen y tipo del malestar clínico que presenta el paciente, lo que nuevamente dificulta enormemente la correcta elección del fármaco. Todo lo referido apoya la necesidad de estudiar ciertas variantes genéticas que actúen como marcadores de riesgo y así que permitan identificar aquellos subgrupos de pacientes que puedan ser más propensos a presentar respuestas positivas y menos efectos adversos con los fármacos.
En el estudio nos centraremos en los psicofármacos que actualmente están siendo más frecuentemente utilizados para tratar a menores con TEA; como parte de estas medicaciones se incluyen principalmente los antipsicóticos atípicos (sobre todo risperidona y aripiprazol), el metilfenidato y la atomoxetina. Los antipsicóticos han demostrado ser eficaces en la disminución de conductas repetitivas irritabilidad, agresividad e hiperactividad, todos ellos síntomas que pueden llegar a resultar muy incapacitantes. El metilfenidato, en su presentación de acción corta o larga, se asocia en un 50% de los casos a una mejoría notable en síntomas de déficit de atención con o sin hiperactividad/impulsividad (que a su vez interfieren considerablemente en el aprendizaje) pero por el contrario, un 20% de los casos, presentan síntomas indeseables que obligan a su interrupción del tratamiento farmacológico. La atomoxetina podría resultar un fármaco a tener en cuenta en el tratamiento de pacientes con TEA y síntomas de hiperactividad, impulsividad e inatención, debido a su potencial efecto en la conducta social y probable perfil ansiolítico.
El TDAH y el TOC, son trastornos con una base genética tal y como han demostrado estudios realizados en gemelos homocigotos. Ambos trastornos se caracterizan por presentar una gran variabilidad individual en cuanto a la efectividad y la tolerabilidad de los fármacos empleados. En la actualidad la elección de un fármaco específico se establece de manera empírica, a través de ensayo y error hasta que se obtiene una respuesta clínicamente adecuada o bien hasta que se producen efectos secundarios que imposibilitan mantener dicho fármaco o seguir incrementando su dosis. Sin embargo, los efectos secundarios derivados del tratamiento pueden causar un grave malestar al paciente e incluso interferir de manera significativa en su calidad de vida. A día de hoy, carecemos de indicadores fiables que puedan predecir la respuesta a la medicación pero se presume que dicha variabilidad pueda estar relacionada con factores genéticos. El hallazgo de dichos marcadores permitiría beneficiarse a los individuos que padecen algunos de estos trastornos de una medicina personalizada. Con ello reduciríamos el desgaste psicológico y físico que sufren estos pacientes al estar sometidos a tratamientos poco beneficiosos.
COLABORACIONES: Fundación INGADA (reclutamiento de participantes con TDAH), y grupo de la Dra Pino Alonso del Hospital de Bellvitge (colección de muestras de individuos con TOC)
OBJETIVO: Validación de biomarcadoresde respuesta al tratamientoen TDAH, TOC y TEA para la puesta a punto de un test que permita prever los efectos adversos. Todo esto permitiría optimizar las estrategias terapéuticas.
HITOS A CONSEGUIR:
- Identificación de pacientes con TDAH que hayan sufrido efectos adversos
- Identificar de pacientes con TOC que hayan sufrido efectos adversos efectos
- Recogida de muestras biológicas de los nuevos casos
- Recogida de variables clínicas, cognitivas, etc, de los casos identificados (retrospectivos y prospectivos)